sábado, 12 de mayo de 2012

CALMA, INÚTIL CALMA

¡La calma llegó a mi vida!
y con ella llegó el silencio.
De lo que era estampida
sólo queda el recuerdo.

De quererte amada mía,
paso ahora a extrañarte,
y a extrañar lo que temía
y fue así que me dejaste.

Y algo que he de confirmar,
es que fue deseo mío,
suplantar mi voluntad
por tus gestos y caprichos.

Y ahora al ver que sí haz ido,
y que sé que ya no vuelves,
me propongo, y no estoy listo,
a hacer lo que se debe.

¡Para qué quiero esta calma!
solamente está el vacío,
de saber mi niña amada,
que es verdad que ya te haz ido.

Alonso Quijano
Lima - abril, 2012

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